Cómo inculcar en los pequeños el valor de la solidaridad

Todos hemos visto alguna vez a algún niño o alguna niña arrebatar a un compañero o compañera un juguete o una galleta egoístamente, o llorar porque le ha sido arrebatado.
Y es que queremos mucho a nuestros hijos e hijas y procuramos que lo tengan todo. Por ello cuando llega el momento de aprender a compartir y/o a ser solidario los niños y las niñas se sienten confundidos. A muchos se les nota en la cara: “Pero si es mío ¿Por qué tengo que dárselo/dejárselo a nadie?”. Y esto es totalmente comprensible e instintivo, como guardianes de recursos que muchos somos.
Inculcar la solidaridad es tomar conciencia de las necesidades ajenas y desear contribuir a suplirlas. En la sociedad en la que vivimos, cada vez más egoísta e individualista, solo a algunos les interesa el bien de los demás. Pero lo cierto es que la solidaridad une a las personas y las hace crear un sentimiento comunitario de colaboración mutua.
Pero ¿Cómo desarrollar esa sensibilidad en nuestros pequeños?
En primer lugar, las familias son el punto de referencia más importante, y los niños y niñas siempre quieren seguir el ejemplo, por lo que debemos predicar con él.
Si le llevamos a la abuela las bolsas de la compra porque pesan demasiado, si ayudamos a la pareja a hacer las tareas de la casa, si lo cuidamos cuando coge un desagradable catarro, si hacemos que el niño o la niña ayude a cuidar a su hermano/a cuando se pone malo… les estamos dando ejemplo a los pequeños, que van viendo poco a poco la posibilidad de ofrecer su ayuda también en su día a día.
Crear el sentimiento de empatía en el pequeño es lo primero, pues sin empatía no puede existir la solidaridad. Cuando un amiguito viene de visita a casa, resaltar que no ha traído ningún juguete consigo y que debe compartir sus juguetes para que su amigo/a no se quede sin jugar es un ejemplo. Los cuentos y los dibujos animados son también buenas herramientas para generar empatía en los pequeños.
Recoger cada cierto tiempo junto con el niño o la niña los juguetes que ya no sirven para donarlos a otros que no tienen es un ejercicio estupendo para aprender el concepto.
A partir de los 2 años, los pequeños empiezan a reconocer cada vez más al otro. La observación, la identificación y la imitación en el hogar son los principales factores por los que un niño o una niña aprende a ser solidario.
Aún así, el cultivo de la solidaridad debe de darse durante toda la infancia del pequeño en un entorno afectivo y comunicativo en el que la educación debe de ser justa y democrática. Combatir los gestos y actitudes egoístas y cómodas, además de la intolerancia, son acciones que fomentan la educación contemplando la solidaridad como un importante valor en el desarrollo afectivo del pequeño.
Comentarios