¿Quieres aprender sobre el etiquetado de los alimentos?

El etiquetado de alimentos es una herramienta de suma importancia para las familias. Ir al supermercado se hace cada vez más complicado, no saber qué comprar, si tiene mucho azúcar, si tiene muchos aditivos, si es saludable, y un largo etcétera. La alimentación de los más pequeños y pequeñas de la casa es fundamental para su crecimiento y desarrollo tanto físico como mental, por lo que conocer la información nutricional de los alimentos que consumen es esencial para garantizar una nutrición adecuada.

El etiquetado de alimentos, aunque a simple vista no lo parezca, nos proporciona una alta cantidad de información, nos habla sobre:
Nombre comercial Nombre oficial del producto.Cantidad del producto
Raciones recomendadas /establecidas por el propio fabricante
Ingredientes del producto
Alérgenos que puede contener
Tabla nutricional Procedencia del producto / materia prima
Fábrica Lote
Fecha de caducidad y/o fecha de consumo preferente
Página web                                                         Número de atención al consumidor
Preparación del producto
Conservación del producto
Pictogramas de reciclaje
Información sobre el material del envase
Elementos de marketing: Logo de la marca, frases, eslogan, declaraciones de salud, características a resaltar del producto, imágenes y colores llamativos…lo que quieran poner las empresas.

Esta información nos permitiría tomar decisiones informadas a la hora de seleccionar los alimentos que ofrecemos a nuestros hijos e hijas; sin embargo, la mayoría de personas se sienten abrumadas. A menudo, esta información es tan detallada y exhaustiva que nos
perdemos en una marea de datos; y además, si le sumamos que tampoco sabemos muy bien qué tenemos que detectar, acabamos por comprar lo que nos atraiga más (predomina la elección visual del producto, es decir, los elementos del marketing).

En este post aprenderás a desglosar una etiqueta de alimentos, da igual el producto que sea.

Aprenderéis en 3 sencillos pasos a identificar aquella información que sí es relevante y dejar en un segundo plano toda la demás. ¡Comencemos!

  1. En lo primero que debemos fijarnos es en la calidad del producto. Cuando hablamos de calidad nos hacemos una pregunta: ¿Cuánto del alimento o alimentos principal/es tiene mi producto? Por ejemplo, vais a comprar una crema de calabaza, ¿Qué porcentaje de calabaza contiene? Ha de valorarse según el tipo de alimento y preparación.                                                                          Una crema, aunque la hagas casera, no va a tener un 100% de calabaza, ya que lleva también otros ingredientes: aceite, nata o mantequilla, otras verduras como la zanahoria, sal, pimienta, etc. Pero no ha de tener un porcentaje bajo de calabaza para que se trate de un producto de calidad. Para saber esto, debemos irnos a la parte de la etiqueta en el que se detalle la lista de ingredientes. En esta lista aparecen todos los ingredientes del producto, ordenados de mayor a menor cantidad en el mismo.        Es decir, el primero que se nombra es el que más predomina en el alimento, y así sucesivamente. Al lado suele aparecer entre
    paréntesis el porcentaje de ese ingrediente. Calabaza (89%). En esta lista también encontraréis los alérgenos que contiene el alimento, que vienen destacados del resto de ingredientes; generalmente en negrita.
  2. En lo segundo que debemos fijarnos es en la tabla nutricional del producto.Ésta no solo nos aporta números, sino también un poco la calidad, la cantidad y algunos nutrientes. La información nutricional que por ley ha de informarse es la siguiente: 
    Las empresas están obligadas a informar sobre
    esos nutrientes; sin embargo, eso no significa que no pongan otros (fibra, colesterol, grasas poliinsaturadas, vitamina D, magnesio, potasio…). Si los especifican lo harán con alguna razón; o bien porque lo quieren destacar porque es algo que quieren promocionar para que la gente lo compre, o porque realmente es un nutriente importante en ese producto. Por ejemplo: en un zumo de naranja natural es frecuente que se especifique la cantidad de vitamina C, pero en un refresco de naranja, no es tan común que se especifique (ya que la cantidad de naranja que contiene es muy poca y no es relevante). Si se especifica, es porque la empresa quiere promocionar esa cantidad para, falsamente, asemejar su producto a un zumo natural y que lo compares como tal (como si fuera igual tomarse un refresco que un zumo o una naranja).
    En esta tabla debemos fijarnos sobre todo en que las cantidades por cada 100 gramos de producto, que es la referencia más reglada. Para ello, debemos tener en cuenta, como siempre, la naturaleza del producto. Por ejemplo, si compramos frutos secos, no debe sorprendernos que tengan una alta cantidad de grasa; pero si compramos una barra de pan un porcentaje alto en grasa no sería lo recomendado. Nos estaría indicando que se están usando demasiadas fuentes grasas en su elaboración.
  3. En tercer lugar, es importante mirar otros datos del producto: fecha de caducidad o consumo preferente, conservación del alimento, origen de las materias primas y/o preparación del producto. Es una información que nos sirve para saber cómo consumirlo de una manera segura.
  4. Y en lo último que debemos fijarnos es en el empaque del producto. Generalmente, sobre todo los que están dirigidos a niños, y niñas, son etiquetas muy llamativas, con colores y personajes públicos o de series de animación. El objetivo de las empresas es hacerlo deseable, y que así te predispongas a comprarlo, aunque no sepas qué es y te intereses a posteriori en el propio alimento. ¿Nunca os habéis preguntado por qué la lista de ingredientes en muchos empaques es tan difícil de leer? Porque ponen otra información que igual no es relevante, y dejan menos espacio para lo que deben informar por ley; y por tanto, el hueco que queda en la etiqueta es pequeño y la letra es enana.
  5. En resumen, el etiquetado de alimentos se convierte en una herramienta valiosa para las
    familias, ya que nos permite tomar decisiones informadas y conscientes sobre la
    alimentación de nuestros hijos e hijas. Al leer y comprender la información nutricional,
    podemos garantizar una dieta adecuada que contribuya a su crecimiento y desarrollo
    saludable.

 

 

Gracias a la colaboración de Carmen Sevillano nutricionista

 

 

 

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